Ahora que ya tengo una edad, recuerdo a mi madre quejándose del tamaño de letra de algunas publicaciones que llegaban a sus manos. En honor de ella y de nuestro yo del futuro, en Cèl·lula procuramos hacer un diseño gráfico accesible.
Hace un tiempo disfrutamos del lujo de tener a Juli Capella como cliente; cuando él era presidente del FAD, nos encargó el diseño gráfico de la memoria anual de esta entidad. Todavía recuerdo cómo alucinamos cuando nos explicó que había firmado un acuerdo con una asociación y nos pidió diseñar todo el libro en cuerpo 10 mínimo, pensando en las personas con deficiencia visual leve, o, dicho de otro modo, personas de más de cincuenta años con vista cansada u otros problemas de visión. Tal y como van las cosas, con el envejecimiento de la población, hoy es un público lector bastante amplio…
Pasó un tiempo y la Obra Social de ”la Caixa” nos hizo el encargo con el planteamiento más radical que recordamos en el estudio (y eso que Cèl·lula está a punto de cumplir veinte años). Se trataba de diseñar un libro en el que personas de la tercera edad exponían los problemas que tenían (y que tendremos todos) al hacerse mayores. ¡Debíamos usar diseño gráfico accesible en todo un libro, con un cuerpo de letra mínimo 18! Para los que no sois de este mundo, os explicaremos que el cuerpo más pequeño tiene la misma medida que un subtítulo de La Vanguardia. ¡Todo un reto!